Siguiendo (un año después ;-) con nuestros apuntes sobre la importancia de saber elegir a la hora de contratar la ejecución de nuestra instalación, a estas alturas ya tenemos claro que tenemos que elegir un buen material y un buen profesional. En esta entrada nos centraremos en este último, en el PROFESIONAL.

Y como en todo en esta vida, los hay de todos los pelajes, aunque los podemos clasificar en tres grupos principales que, si me permitís la licencia, son como el título de ese clásico del cine spaghetti western: EL BUENO, EL FEO Y EL MALO.

Vamos a describirlos por orden:

EL BUENO:

No abundan. Es el que conoce su oficio, la técnica y el material con el que trabaja. Está formado, en continuo aprendizaje y no es un “recién aterrizado” al calor del negocio que se ha desatado en torno a la fotovoltaica. Es cumplidor.

Lleva años en esto, las ha pasado de todos los colores, y sabe más por la experiencia que por lo que ha leído en foros de internet o visto en Youtube.

Aconsejará a su cliente de forma honesta, en función de lo que necesite realmente, sin afán de engordar el presupuesto ni de “colocar” al cliente el pack estándar.

Diseñará la instalación adaptada a las condiciones particulares de ese proyecto en concreto, analizará cada detalle de la ejecución: Tejado, canalizaciones existentes, posibilidad de cableado en superficie de forma discreta, condiciones de trabajo del personal, necesidad de obras adicionales o de maquinaria auxiliar…

Puede que incluso discuta con el cliente porque éste tiene ideas preconcebidas que le han metido en la cabeza terceros poco informados y que, o no son factibles técnicamente, o comprometen la amortización en plazo razonable de la inversión.

No tiene por costumbre el decir que sí a todo con la intención de cerrar el contrato y luego “Dios dirá”.

Planteará al cliente todos los pros y los contras aunque eso suponga que el cliente declina la contratación por no ser viable.

Este profesional tiene claro que es preferible perder una venta a ganar un problema. Sabe que vive de la buena imagen de su trabajo y del “boca a boca” (la mejor publicidad).

Prefiere ganar menos a tener que echarle cara y huye de usar eso de “esto no estaba incluido, se lo vamos a cobrar aparte” sin haber advertido previamente.

Es un profesional dedicado. No es uno de esos que se dedica a este sector como se podría haber dedicado a la pastelería. Le gusta lo que hace, sabe lo que hace y puede presumir de ello.

Seguramente NO sea el más barato… si lo que buscas es precio, este no es tu profesional. Pero cuesta lo que vale y es el único que cumplirá tus necesidades y expectativas.

EL FEO:

Este es el que generalmente ha caído en este sector de rebote de otro tipo de instalaciones, que ha visto negocio en la fotovoltaica y ha decidido subirse al carro.

Generalmente es un profesional dedicado a sectores afines pero casi sin experiencia en fotovoltaica, con poca formación específica (poco más que algún cursillo de algunas horas o pocos días), con pocas ganas de reciclarse por completo o evolucionar, cree que le vale con las cuatro cosas que sabe y que está pagado de sí mismo, es decir, que lleva muchos años en la calle y se piensa que esto es “sota, caballo y rey”.

Si esto de la Fotovoltaica no le sale bien tampoco se preocupará en exceso… volverá a su antiguo oficio en el que más o menos se defiende. No considera este sector como clave de futuro ni lo ve como algo relevante, simplemente ve negocio y trata de aprovecharlo.

El cliente tiene ciertos problemas para lidiar con estos profesionales, suele ser difícil tratar con ellos. Son de “esto es así porque yo lo digo”… “usted no sabe de esto así que hágase caso de mí que soy el profesional”.

No sabe defender su propuesta, pero asegura que es la mejor posible. No puede dar muchas explicaciones técnicas al cliente porque no domina la técnica, en ocasiones es posible que el cliente esté más enterado de ciertos detalles (por lo que ha leído por internet. Esto es un detalle importante y definitivo para detectar a este tipo.

Generalmente no diseña sus instalaciones, depende de terceros (de la oficina técnica de su almacén de compras o de técnicos externos que no conocen las particularidades del cliente concreto), por eso no lleva bien el tener que presentar alternativas o adaptaciones, y no suele hacer instalaciones personalizadas, sino que monta “kits prediseñados”.

Vende aplomo y seguridad en sí mismo porque tiene mucha experiencia en obra, lo que le da al cliente la sensación de ser un profesional solvente, pero oculta, tras esa fachada de piedra, carencias técnicas importantes.

Suele hacer un buen trabajo de montaje, porque tiene manos, pero no es capaz de rematar detalles en el campo de ajuste y programación o a la hora de solventar fallos, porque no conoce a fondo el material que monta.

También los hay que son auténticos chapuzas a domicilio… esos ya casi merecen clasificación aparte. Algunos de ellos abusan del “eso no estaba incluido” e intentan simplificar y ganar algo más abaratando el coste de la instalación, evitando poner alguna protección opcional, no prestando atención a la pulcritud de las canalizaciones y haciendo cableados en plan compadre.

No será el más barato, pero tampoco el más caro. Puede que no haga un mal trabajo, pero tampoco será lo mejor para ti como cliente. Será una auténtica lotería… tu mismo.

EL MALO:

Aquí podemos diferenciar dos subtipos… el que es malo y punto, y el “VENDE HUMO”. Este último es mi favorito, porque me moriré sin llegar a entender como tiene tanto predicamento en este país.

El mal profesional no tiene mucho recorrido. No conoce su oficio, no tiene manos para trabajar. Se ha metido en esto no sabemos por qué (si, bueno, porque ha visto que es un sector en el que cree que podrá hacerse un hueco, ya que en ningún otro sitio ha sido capaz de prosperar), no para de darse bofetadas y salir rebotado de los sitios, pero sigue.

Siempre hay algún incauto que pica, fundamentalmente porque este tipo sí es el más barato.

Si caes en sus manos, pobre de ti. Pagarás dos veces, lo barato saldrá muy caro, y te quemará la sangre y tu confianza en la humanidad. Posiblemente tengas que comerte un pufo de instalación funcionando a medias o tendrás que arrancarlo todo y empezar de nuevo.

En cuanto al VENDE HUMO, pues eso, que es digna de estudio la razón por la que este tipo es el que más vende y en el que la gente más confía.

Tal vez sea porque suele apoyarse en una buena imagen personal, un lenguaje cuidado (pero agresivo), puede ser extrovertido, y vende una fachada de tipo dinámico y encantado de conocerse… y, reconozcámoslo, este tipo de personas nos “atrae”.

Es muy buen vendedor, pero podría vender fotovoltaica igual que si vendiera crecepelo. No conoce el producto ni el sector, se ha aprendido cuatro datos básicos, tiene un repertorio de comentarios jocosos que explota para ganar nuestra confianza y nos lleva a su terreno.

Sabe explotar nuestra debilidades, nuestra vanidad… posiblemente un poco de envidia al vecino (nos convencerá con argumentos tipo “es que va a ser usted el único del barrio que no lo tenga” o “es que no quiere usted ganar dinero?”… y ya el colmo sería el “esto me lo quitan de las manos, decídase pronto porque esta oferta no va a durar”… argumentos que nos harán pensar que estamos perdiendo una oportunidad de oro si no contratamos con este hombre que se las sabe todas, o que estamos haciendo el tonto si no nos hacemos caso de él porque su única misión en esta vida es solucionarnos la nuestra sin ningún tipo de motivación personal…

Noooooo… este hombre no mira por nuestra economía, mira por la suya. Es técnicamente poco solvente, aunque tenga un equipo técnico responsable detrás.

Este hombre es el que nos hará firmar un contrato (y a un precio) que después tendrá que llevarse a cabo y que, seguramente, presente problemas de ejecución porque nos ha vendido algo técnicamente imposible o que implica más obra de la que estábamos dispuestos admitir (y que tendremos que pagar aparte).

En la mayoría delos casos, las promesas de ahorro o de capacidades de lo que nos ha vendido no se corresponderán con la realidad y aquello de que “ellos se ocuparían de todo” se ha quedado en nada porque es el propio cliente el que ha de preocuparse de todo una vez que este señor “trinque la pasta”.

En España es muy común, demasiado. No entiendo como es capaz de embaucar a tanta gente. Y lo peor de todo es que se aprovecha del el buen profesional, porque generalmente el cliente contacta con un buen instalador en primer lugar, y éste le cuenta las cosas como son (no como el cliente quiere oír en función de lo que le ha contado su cuñado) y claro, si el cliente pide una “segunda opinión” y contacta con un Vendehumo, que le dirá a todo que sí y le adornará los oídos, pues ya el daño está hecho. El buen instalador perderá un potencial cliente y el cliente habrá iniciado su calvario (aunque éste aún no lo sepa y nunca lo reconocerá).

Con esto termina la descripción básica de los tipos de instaladores. Por supuesto que podemos encontrar algún subtipo más, o mezcla de los anteriores… pero la cosa está clara… hay que buscar un buen profesional. Es la única manera de que nuestro dinero esté bien empleado, que no tengamos quebraderos de cabeza y que podamos disfrutar y aprovechar nuestra instalación en el largo plazo.

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TIPOS DE PROFESIONAL - EN QUIEN CONFIAR

LA IMPORTANCIA DE ELEGIR BIEN A LA HORA DE CONTRATAR TU INSTALACIÓN

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